lunes, 28 de junio de 2010

Los desperfectos, de Martín Lucía



Hay en este libro un sentido vertebral que articula los poemas desde un desencanto existencial, desde una experiencia propia del sujeto escindido que vaga en una sociedad ajena o extraña, un sujeto que trata de recomponer los desperfectos que el tiempo, ese paraíso perdido de la infancia que no vuelve, se encarga de abandonar en la conciencia del poeta. Así podríamos señalar poemas de la primera parte (Yo y tú), tales como “Retrospectiva”, “Partido de futbito”, “La lluvia en la calle”, “Los chicos”, “”Calles de mi niñez”, “Los primeros días”, “El barrio, los amigos”, “Detrás de todo”, “Invierno llevadero”, “En el autobús”, “La voracidad del tiempo”...

A modo de introducción, el libro se inicia con un poema liminar que nos sitúa en ese contexto espacial -como enunciara Ángel González- de un áspero mundo. El poeta sabe que nada puede liberarnos de ese daño existencial, ni siquiera la palabra. Pero, al menos, esa desconfianza es signo de que a pesar de ello, la poesía no deja de ser un consuelo que ayuda. Por ello, la desconfianza del lenguaje (Somos desperfectos y ya no soñamos / que poema alguno nos libere. Tú tampoco...), ese giro temático que ya se dio en la poesía de los años sesenta precisamente también a partir del ya mencionado Ángel González (Sin esperanza, con convencimiento, 1961) y que llegó a desembocar en la poesía del silencio que representó el último Valente. Todo esto ya se anuncia, como digo, en este poema pórtico que comparte el título del libro:

Los desperfectos

Nunca reventamos.
Simplemente avanzamos en silencio
entre multitudes
por entre el polvo en suspensión del aire.
A lo más, protegemos con disimulo nuestro pecho
Mientras intuimos que vienen a por nosotros.
Todo en silencio. Sin despertar sospecha.
Bebemos whisky o ron con cola.
Planeamos viajes que, como tú, no realizaremos.
Pero todo en silencio y, a lo más, protegiendo el pecho
disimuladamente.
Sin despertar sospecha ajena.
Disimuladamente.
Porque somos los desperfectos y estamos llenos de daños.
Somos los desperfectos y ya no soñamos
que poema alguno nos libere. Tú tampoco.
Por eso callamos,
mientras intuimos que vienen a por nosotros.

Los chicos de la calle, abandonados los trompos,
los grillos y los rabos de lagartija,
Nos saludan
y tampoco saben nada.

Con la segunda parte (Nosotros), Lucía está revelando, de alguna manera, otra evolución dada en la historia de la poesía actual. Me refiero al paso del “yo” al “nosotros”, de lo privado a lo público, de lo individual a lo colectivo, de lo íntimo a lo social.

La primera parte además “yo y tú” recuerda la poesía pura y amorosa de “Salinas” por el uso del pronombre “tú” especialmente (aunque no tanto la plenitud de La voz a ti debida, como lo que queda del amor cuando éste acaba, la pasión y el dolor de la separación de Razón de amor o Largo lamento), ese dolorido sentir que refleja, por ejemplo, el poema “Retrospectiva”.

Podemos destacar otra serie de poemas donde el uso del juego temporal, la paradoja o la ironía están al servicio de una reflexión histórica, humanista y social que se hace patente en poemas como “Represión franquista en Arucas”, “Ley de gravitación universal”, “Veintitrés de febrero de 1810”, “España 1939”…

Por otra parte, hay que mencionar diversas intertextualidades, de las que destacan las relacionadas con letras de canciones de músicos como Bunbury o Calamaro. Canciones pertenecientes a la educación sentimental del poeta y que conectan inevitablemente con algunas de sus composiciones.

En general, circula por este libro una mitología personal que se enmarca en la ciudad (el fútbol, el autobús, la marquesina…), marco de su sentimentalidad (amigos, familia, amores…), testigos también del tiempo que pasa, elementos que configuran una arquitectura poética muy íntima, cuyo resultado, pienso, es un alto autoconocimiento que llega a iluminarnos a todos , a “Nosotros”, espectadores activos de una lírica propia y original, todo un valor que demuestra que este libro pertenece a alguien que escribe sin pretensión de escuela o guiones al uso.

Quizás todas las reflexiones que he tratado de expresar aquí queden mucho más claro en el poema “Otra ciudad (EB dixit)” donde se aglutinan todos los elementos abordados (la ciudad, la orfandad o paso del tiempo, pérdida del paraíso, la ausencia, el dolor…):

Otra ciudad (EB dixit)


Otra ciudad.
Otras avenidas
huérfanas de pasos.
Otros bancos
para las mismas ausencias.
Otra ciudad,
el mismo dolor.

Efectivamente, el mismo dolor existencial que el hombre ha cantado durante siglos, las ruinas del ubi sunt de Manrique, de los poetas barrocos o del siglo XX ahora son los desperfectos de Martín Lucía, porque su tiempo es otro y otra luz al margen de los clásicos mantiene sus palabras. No hay duda, pues, que hay que leerlo.




martes, 22 de junio de 2010

No me pidan razones (con José Saramago, in memóriam)


No me pidan razones




No me pidan razones, no las tengo
O daré cuantas quieran: bien sabemos
Que razones son palabras, todas nacen
De las mansas falsedades que aprendemos.

No me pidan razones para entender
La marea rebelde que llena el pecho.
Mal en este mundo, mal con esta ley:
No hice yo la ley ni el mundo acepto.

No me pidan razones, o que las disculpe,
De este modo de amar y destruir:
En la más oscura noche es donde amanece
El color de primavera, el porvenir.



                       José Saramago,
                       Los poemas posibles

lunes, 14 de junio de 2010

A un olmo seco

Tuve la oportunidad de participar como persona libro en el recital magnífico que ofreció Fran Nuño el día 24-05-2010, junto a otros amigos como Lola, Rosario (también persona libro) y músicos como M.ª Paz, Carolina, David o Juan Carlos. Lo pasamos muy bien. Gracias a todos por todo, a David también por los videos (de todo el espectáculo), y a Fran por sus actividades culturales que tanto nos alimenta, como este poema de Machado que tanto nos gusta, esa brizna de esperanza...


Recital Poesía en Sala ONCE 24-05-2010. Sevilla (parte 9) from David Postigo Rodriguez on Vimeo.

domingo, 13 de junio de 2010

Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes



Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes, de Martín Rodríguez-Gaona es probablemente el ensayo sobre poesía española actual más interesante que cualquier editorial pudiera ofrecer por varios motivos. Reflexiona y aclara el contexto de la nueva poesía española actualizando el estado de una cuestión fundamental para abordar dicho estudio. Me refiero al concepto de posmodernidad. Se trata además de una obra muy útil para acercarse al universo humanista a través de Internet, cuyo uso es fundamental para comprender los nuevos modos de difusión del arte poético.
Rodríguez-Gaona estructura su obra en tres capítulos tras una introducción (La poesía española reciente frente a los desafíos de una nueva era).
En el primer capítulo aborda temas como la nueva sensibilidad de la poesía relacionado directamente con la transformación demográfica, la pluralidad y la aparición de otras escrituras posmodernas con todo lo que conlleva social, políticamente, etc. En fin, asuntos como el mercado, la Nueva Ciencia, lo pop y otras indentidades posmodernas. Asimismo realiza una crónica casi objetiva de la última poesía en España de donde se desprende toda una clasificación de estilos de diversa índole.
El segundo capítulo lo dedica Martín Rodríguez-Gaona a una serie de reseñas sobre libros de poesía española actual claves que sustenta el marco teórico y reflexivo de la primera parte. Así, encontramos libros fundamentales como Las afueras, de Pablo García Casado, Ley de vida, de David González, así hasta un total de diecinueve libros que sustentan y refuerzan las tesis del autor.
Por último, el capítulo tercero aborda los nuevos medios tecnológicos en relación con la divulgación artística y poética. Sus cuestiones invitan a la reflexión de modo eficiente e ilustra lúcidamente la nueva situación y hacia dónde se dirige un nuevo humanismo imposible de pensarse sin tener en cuenta las nuevas comunidades lectoras en la sociedad postindustrial y en la nueva comunidad virtual.
Magnífica lectura para quien le interese la poesía actual. Ayuda a comprender sus entresijos extraliterarios que hacen precisamente que esta nueva poesía nazca como tal, mejorando lo presente, según la frase hecha del título que sintetiza plurisignificativamente varias ideas: la desvinculación de una poesía que se niega a seguir patrones obsoletos o de seguir una tradición perpetuamente sin cuestionarla, ni siquiera para jugar con ella, ni mucho menos para subvertirla.

viernes, 11 de junio de 2010

Me contaron que estabas enamorada de otro

Probablemente este famoso epigrama de Ernesto Cardenal además de ser un magnífico poema (de la experiencia) bien podría considerarse un perfecto microrrelato. Tan sólo lo separa una sutil frontera que es ese íntimo sentir que late en las palabras.



Me contaron que estabas enamorada de otro

y entonces me fui a mi cuarto

y escribí ese artículo contra el Gobierno

por el que estoy preso.



Ernesto Cardenal

Epigramas (1961)

jueves, 10 de junio de 2010

Variación sobre una advertencia memorable de Felipe Benítez Reyes


Creo recordar que corría el año 1996 cuando, entre un grupo de jóvenes poetas universitarios de Córdoba, un querido maestro me propició el encuentro con el escritor Felipe Benítez.

Fuera de las aulas, pasamos a tomar unas tapas en la famosa taberna de Plateros en el casco antiguo cordobés, y fue allí donde en plenas conversaciones sobre lo divino y lo humano, la literatura y la vida, Felipe recibió una magnífica noticia por teléfono, acababa de recibir el Premio Nacional de Poesía por su libro Vidas improbables.

Tengo aquel recuerdo muy presente por varios motivos, entre ellos, porque imprimí en el reverso de una pequeña cartulina (usada como invitación a unos de los recitales que solíamos organizar en los bares nocturnos de la ciudad, ya que no tenía papel mejor aquella tarde y se hacía tarde…) una variación sobre el que era ya un poema memorable, el más célebre del autor podría decir. Me refiero al poema “Advertencia” de su libro Los vanos mundos (1985).

Para mí fueron sus palabras sinceras de agradecimiento. Hoy, después de catorce años se me ocurre colocarlo en mi blog por varios motivos.

Primero, porque hoy sigo recitando el famoso poema como persona libro (del Proyecto Fahrenheit 451 del que tanta constancia queda en este blog).


Segundo, porque me parece algo muy didáctico para esta aula poemática como ejercicio de creación a partir de otro texto (no voy a entrar en disquisiciones intertextuales ni a nombrar al señor Genette ni a la señora Kristeva).

Tercero, porque me parece muy interesante apreciar cómo funcionan los poemas:

El poema de Benítez Reyes tiene dos aciertos principales: el fondo y la forma.


Sobre el fondo, trata una idea que parte de una variación del carpe diem horaciano o del cogito virgo rosas de Ausonio: la idea principal que reside en el último verso agradeciendo a quien te quiso el regalo fugaz de su hermosura. Pero, naturalmente, el poeta pone al lector que recibe su advertencia en lucha con las dos posturas posibles e irreconciliables ante la adversidad del dolor amoroso: el rencor y el perdón. La advertencia de Benítez Reyes pretende ofrecer el equilibrio interior, una ataraxía taoísta frente a ese huracán de la pasión y sufrimiento que supone esa ruptura amorosa que casi todo el mundo experimenta tarde o temprano. En fin, el fondo del poema está en esa dualidad extrema y desconcertante que se produce en el interior de la persona cuyo amor le abandona.

Sobre la forma, una característica propia del poeta roteño ha sido siempre un imponente sentido del ritmo y este poema es buena muestra de ello. A través de esa estructura oracional de subordinación condicional se articula el poema en sus dos partes. La segunda parte viene a ser una reiteración conclusiva de la primera (Así que cuando sufras —y lo harás—) que va in crescendo hasta el último verso ya comentado sobre la fugacidad de la vida y la importancia de saber aprovechar lo bueno que pueda tener, en este caso, ese regalo fugaz y hermoso que conlleva un amor aunque sea pasajero. Continúo con el ritmo que vemos está íntimamente relacionado con la estructura (paralelismo semántico de los versos que abren cada parte, por ejemplo, o bien, esa epífora genial en esos mismos versos que es —y lo harás— como fórmula encapsulada entre rayas explicativas que a modo de augurio condensa una potente fuerza rítmica que viene probablemente del mismo dolor, de la misma experiencia del emisor, el autor o el personaje de la voz poética).


Advertencia


Si alguna vez sufres —y lo harás—
por alguien que te amó y que te abandona,
no le guardes rencor ni le perdones:
deforma su memoria el rencoroso

y en amor el perdón es sólo una palabra

que no se aviene nunca a un sentimiento.
Soporta tu dolor en soledad,
porque el merecimiento aun de la adversidad mayor
está justificado si fuiste
desleal a tu conciencia, no apostando
sólo por el amor que te entregaba
su esplendor inocente, sus intocados mundos.

Así que cuando sufras —y lo harás—
por alguien que te amó, procura
acusarte a ti mismo de su olvido
porque fuiste cobarde o quizá fuiste ingrato.
Y aprende que la vida tiene un precio
que no puedes pagar continuamente.
Y aprende dignidad en tu derrota,
agradeciendo a quien te quiso
el regalo fugaz de su hermosura.


Felipe Benítez Reyes

Los vanos mundos



Tras el poema de Felipe Benítez Reyes, y las impresiones sobre el mismo ofrezco la otra cara del sentido del mensaje manteniendo su mismo sentido rítmico, pues es ahí donde la magia del poema responde aún hoy creo que al subconsciente de muchos lectores como yo, el de ayer que se atrevió a reescribirlo, y el de hoy que se atreve a mostrarlo a todos ustedes con todo el afecto y admiración al maestro.



Variación sobre una advertencia memorable de Felipe Benítez Reyes

Si alguna vez amas —y lo harás—
a alguien que te quiere y que te espera,
no le guardes sus caricias ni sus besos:
describe su cuerpo la blanca mano
y en amor un beso es siempre una acción
que no se aviene nunca a un fingimiento.
Disfruta tu amor en su compañía,
porque el merecimiento aun de la fortuna mayor
está justificado si eres
leal a tu corazón, apostando
ante todo por el amor que te entrega
su cuerpo desnudo, sus tocadas manos.

Así que cuando ames —y lo harás—
por alguien que te espera, procura siempre
buscarte a ti misma en su recuerdo
porque eres efímera o quizá eres para siempre.

Y aprende que la vida tiene un valor

que nadie podría entender jamás.
Y aprende también orgullo en tu victoria
agradeciendo a quien te quiere
el regalo perdurable de su amor.


Daniel García Florindo
(inédito)

miércoles, 2 de junio de 2010

No puedo vivir sin ti




Llevas años enredada en mis manos,
en mi pelo, en mi cabeza,
y no puedo más,
no puedo más.

Debería estar cansado de tus manos,
de tu pelo, de tus rarezas,
pero quiero más, yo quiero más.

No puedo vivir sin ti.
No hay manera.
No puedo estar sin ti.
No hay manera.

Me dijiste que te irías,
pero llevas en mi casa toda la vida.
Sé que no te irás. Tú no te irás.

Has colgado tu bandera,
traspasado la frontera,
eres la reina.
Siempre reinarás,
siempre Reinarás.

No puedo vivir sin ti.
No hay manera.
No puedo estar sin ti.
No hay manera.

Y ahora estoy aquí esperando
a que vengan a buscarme.
Tú no te muevas.
No me encontrarán.
No me encontrarán.

Yo me quedo para siempre con mi reino,
su bandera,
ya no hay fronteras.
Me dejaré llevar a ningún lugar.

No puedo vivir sin ti.
No hay manera.
No puedo estar sin ti.
No hay manera.

Hey, hey, my, my... con Neil Young siempre, el rock and roll no puede morir nunca