viernes, 15 de mayo de 2009

La DÉCADA de Andrés Neuman, y un homenaje a Javier Egea



Recientemente, Andrés Neuman ha reunido en un volumen su poesía escrita desde 1997 a 2007, bajo el título de Década. Efectivamente, diez años de hermosa actividad creadora de una joven promesa muy cumplida. Para mí además tiene este libro una implicación personal, ya que me retrotrae a la primera reseña crítica que realicé para la magnífica revista granadina Hélice, dirigida por Luis Muñoz. Se trataba del primer libro de Andrés, Métodos del a noche (Hiperión, 1998), premio Antonio Carvajal. Recuerdo sus palabras tras leer mi artículo “Distancias”: se nota que lo has escrito desde la cocina misma, desde los fogones del libro. Eso me dijo aquel muchacho de veintipocos años que empezaba ya a brillar en la república de las letras.
Más tarde también pude participar con él en el libro-homenaje que reúne la obra de Javier Egea, Contra la soledad (DVD, 2002). Le sugerí a Andrés escribir un soneto. Los dos lo hicimos. Precisamente, es el primer poema que me encuentro ahora al abrir azarosamente el libro por una página cualquiera, el titulado “Óscar Romero, 5”, el nombre de la calle donde vivió Javier Egea. Qué coincidencia. Magnífico homenaje, sin duda, al autor de los sonetos del diente de oro.
Recojo aquí el poema de Javier Egea, publicado en la revista Hélice, 3, 1994 sobre el que se basó Andrés para dicho homenaje. Y a continuación el poema de Andrés.

A Andrea Villarrubia y Juan Mata

Alguien huye desnudo por los fríos pasillos
de un hotel sin estrellas. Hermosa, junto a él,
una desanillada serpiente cascabel
muestra la baba roja que brilla en sus colmillos.

A la 301 llama con los nudillos
secos. Del ventanuco alzado en el dintel
llegan ecos de ondas de radios de babel
y una neblina densa de dulces cigarrillos.

Vuelve a llamar. Se inquieta. Un ebrio taconeo
anuncia la sorpresa de una rubia platino
que ahora muerde los labios del huésped importuno.

Alguien bífido lame la llama del deseo.
Alguien firma en el libro: Simbad el Asesino.
Alguien que no esperan en las 301.


Javier Egea, Hélice, 3, 1994.


(ÓSCAR ROMERO, 5)

Alguien ocupa el hueco de la fría compuerta
y se empaña de luz. Una sombra mediana
mira sin ojos, mientras la escalera se afana
en su espiral sin rumbo, una serpiente incierta.

Afilado el dibujo de su quijada yerta
te sonríe, vestido como le da la gana;
la visión de una perra con calcetines grana
te recuerda que todo es memoria desierta.

Hondo en la madrugada errarás el camino:
no te puedes marchar, él insiste, te obliga
a quedarte en la casa donde vive el destino,

compañera escopeta, escopeta enemiga,
recomienda silencio, recomienda más vino.
Y él llenando la copa por continuar la intriga.


Andrés Neuman.

sábado, 9 de mayo de 2009

Un poema de Eduardo García, PREMIO DE LA CRÍTICA 2009, y César Vallejo



Vuelvo a escribir en mi blog, tras bastante tiempo. El reciente premio a Eduardo García por su último libro, La vida nueva, me impulsa a ello. Precisamente, esta obra fue la primera con la que inicié este blog dedicado al comentario de libros de poesía. En realidad, se trata de las lecturas que quiero compartir. Por eso, mis felicitaciones a Eduardo García, poeta admirado y seguido desde sus inicios. Y, cómo no, otro poema, "Física aplicada", de su flamante La vida nueva. Poema en el que puede verse, o mejor dicho, escucharse los ecos del gran César Vallejo ("Considerando en frío, imparcialmente...") que guía, de alguna manera, la estructura sintáctica del texto a través del uso del gerundio con verbos de "pensamiento" (considerar, suponer,...). En el caso de Eduardo García, este planteamiento también es un supuesto práctico, un problema de física aplicada. Disfrútenlos:


FÍSICA APLICADA

Suponiendo que un hombre, una mujer
parten de puntos divergentes, dispersos en un plano,
lugares que se ignoran entre sí,
y a la velocidad del entusiasmo
emprenden la aventura, se ponen en camino,
van por ahí remando en aguas turbias,
van por ahí escuchando el vasto germinar de las semillas,
al acecho, en sigilo, ahuecando la tierra a la esperanza,
suponiendo que trazan trayectorias de curso irregular,
cada cual a su amor, virando al viento,
quebradas trayectorias cuyo sentido puede
al mínimo temblor girar hacia el vacío,
suponiendo el afán, la búsqueda, la sed,
el ensueño del goce, la ilusión y la ausencia,
calculemos, a golpe de intuición,
cuántas veces tendrán las trayectorias
que cruzarse en el brillo de unos ojos,
unos labios que invitan, unas manos que asienten,
para incendiarse a un tiempo, hombre y mujer, sembrar la tierra
de llamas como ráfagas de lluvia.


Eduardo García: La vida nueva. Madrid, Visor, 2008.

CONSIDERANDO EN FRÍO, IMPARCIALMENTE...

Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;que es lóbrego mamífero y se peina...

Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,su fórmula famélica de masa...

Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona...

Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza...

Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...

Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...

Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito...
le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...

César Vallejo: Poemas humanos (1939)